Leyendas de Izaro

La isla de Izaro está situada en la costa de Vizcaya y antaño albergaba el convento de los Franciscanos pero también albergaba muchas leyendas que han ido propagándose a lo largo de los siglos de boca en boca.

Todos los años el 22 de julio los vecinos de Bermeo cumplen con la tradición de lanzar una teja al mar para decirle al mundo que la isla de Izaro les pertenece. Pero toda esta tradición se remonta muchos siglos en la historia,  a través de la cual nos podemos hacer eco de historias dignas de un guión de Hollywood.

Vista de la isla de Izaro

En 1596 el convento recibió una desagradable visita, cuenta la leyenda que el famoso y temible pirata sir Francis Drake asaltó el convento destruyendo parte del edificio, mutilando imágenes religiosas e incluso haciendo bailar desnudos a varios monjes.  Pero está historia es tan increíble como poco probable, el ataque de los corsarios data de septiembre de 1596 y el fallecimiento del afamado pirata data de unos meses antes, enero del mismo año.
La verdadera historia cuenta que fueron piratas hugonotes venidos de Francia que, se dirigieron a Bermeo para asaltar el pueblo pero, a su llegada se encontraron con las puertas del pueblo cerradas y 400 personas venidas de los pueblos de alrededor dispuestas a echar a los piratas como fuese. Por lo que el ataque les resulto fallido. Pero al marchar se desahogaron con el convento destruyendo parte del edificio y realizando las fechorías anteriormente mencionadas.
Aunque no todo eran visitas de asalto al convento, también recibieron visitas de personalidades de la época o de monarcas como Enrique IV o los Reyes Católicos y normalmente vivían apaciblemente en la isla donde se alimentaban de peces, huevos de las gaviotas que anidaban allí, hierbas o comida que recibían de los vecinos del pueblo en ocasiones. Sí se encontraban en algún tipo de apuro colocaban una bandera blanca en lo alto del convento para hacer saber a los vecinos que necesitaban ayuda.

Pero Izaro cuenta con muchas más leyendas dignas de mención, una de ellas habla de un fraile que tenía una novia en la costa y a la que acostumbraba a visitar en algunas ocasiones cuándo conseguía escapar del convento. El fraile se dirigía hacia la costa a remo pero, una de las ocasiones la visita a su enamorada le salió mal. El padre de la muchacha supo de la relación que su hija mantenía con el religioso y decidió castigar al fraile. Una noche el padre colocó una luz para que el monje acudiese a la señal pero en lugar de reunirse con su amada su barca encalló en un lugar rocoso y se ahogó.

Este pedazo de tierra fue muy codiciado por varios de los vecinos de sus inmediaciones. Mundaka, Bermeo y Elantxobe ansiaban ser dueños de la isla, tal era su ansia que la leyenda cuenta que se jugaron la isla en una regata y la propia regata en sí, forma parte de numerosas leyendas.
La disputa por la isla se jugó entre Mundaka y Bermeo ya que, Elantxobe decidió ejercer de árbitro de la regata. Pero uno de los datos más curiosos es que cada vez que se ha querido investigar acerca de la famosa regata jamás se han encontrado documentos que la ratifiquen. Se dice que la regata fue organizada por el Señor de Vizcaya que estaba harto de las disputas territoriales por la isla pero hay varias versiones de lo sucedido en la dichosa regata.

Puerto de Bermeo con vistas a la isla de Izaro

La mayor parte de las versiones dan por ganadora de la regata a Bermeo y cada versión demuestra sus ansias de ganar, una de ellas cuenta que la regata comenzaba con el canto del gallo por lo que los bermeotarras encendieron hogueras en el pueblo para que el gallo cantase antes. Otra versión dice que en su empeño por ganar los de Bermeo perdieron un remero en plena regata que, murió. Pero una de las versiones da por ganadora a Mundaka quién al final de la regata cedió a Bermeo el premio por la pérdida de su remero.

Sea cual sea la verdadera historia la isla de Izaro pertenece a Bermeo y así lo ratifican sus vecinos cada 22 de julio tirando una teja al mar. En la tradición vasca la teja simboliza la jurisdicción. La teja forma parte de la casa y la protección del hogar llega hasta donde el alero, hasta donde llega la última teja.

Pero los vecinos de Bermeo no solo tiran la teja al mar, como manda la tradición celebran las fiestas de la Magdalena con una comida en Elantxobe pero, mientras el convento de Izaro se mantuvo en pie se celebró allí. Tras la comida los vecinos de Bermeo regresan a su pueblo para continuar con los festejos pero no sin antes pasar a visitar a sus vecinos de Mundaka.
Historias de regatas, estratagemas y piratas forman parte de la cultura de unos pueblos que merece la pena visitar.

Bermeo

Bermeo cuenta con un casco viejo de ensueño donde se puede visitar el museo del pescador, un lugar de lo más interesante que ayuda a entender la personalidad de un pueblo de arrantzales, pescadores que han vivido y viven por y para la mar. Siempre rodeados de sus barcos y de sus coloridas casas.

Mundaka es un pueblo pequeño que posee un encanto especial y una costa magnifica, un lugar ideal para desconectar y para disfrutar de la reserva de la biosfera de Urdaibai, un lugar tan rico en especies como en vistas.

Mundaka

Y por último Elantxobe, un pueblo tan singular que enamora. Con un puerto extremadamente protegido de la furia del mar por sus rompeolas, pero lo más llamativo de todo son sus empinadas cuestas ya que, cuesta lo suyo subir hasta la parte alta del puerto. Tiene mérito lo de los habitantes de Elantxobe.

Tres pueblos que forman parte de leyendas que parecen sacadas de novelas de misterio y aventuras, ciertas o no. Forman parte de su historia y de la personalidad de sus gentes.

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